Resaca Electoral
Friday, March 14th, 2008anó el PSOE. Hace algunos años me habría alegrado de corazón. Hace algunos más habría seguido la jornada electoral, y la campaña, y habría discutido fervientemente con mis colegas sobre los tres mil diferentes colores de los que puedes imaginar la vida a través de los distintos programas de los partidos que se presentan. Hace unos años habría estado impaciente por leer los editoriales de los periódicos al día siguiente para entender todos los posibles caminos y posibilidades que se abren tras la jornada electoral.
Esta vez simplemente me la suda.
Mi desidia y desinterés con la política española se ha venido agudizando a lo largo de estos 4 años. Durante este tiempo he pasado de decir a los 4 vientos: “Hay que votar a ZP para que nos libre de Aznar” a “Si gana mi portera lo hace mejor que todos estos ineptos juntos”. Y cuando digo “todos estos” me refiero a TODOS: Gobierno, oposición y demás partidos políticos. Vaya hatajo de incompetentes y demagogos.
Hace años si alguien me hubiera dicho “en las elecciones del 2008 tú no votaras” me habría reído con ganas. Pobre de mí… tan incauto y inocente como era… todo orgulloso de poder ejercitar mi derecho al voto. Pero es que no he podido votar. Las nauseas al contemplar siquiera la posibilidad de dar mi voto a cualquiera de estos ineptos eran lo suficientemente reales como para arriesgarme a potar al meter la papeleta en el sobre. Pobre cartero.
Y ahora que pienso en cartas: aprovechando la que me escribió ZP para pedir mi voto podría haberle hecho partícipe de las consecuencias digestivas a las que me enfrentaba si le hubiera dado mi apoyo electoral. Aunque claro… antes le habría preguntado cómo diablos ha conseguido mi dirección aquí en Washington cuando todavía no me he dado de alta en el consulado español, y los únicos que saben dónde vivo es el departamento de inmigración estadounidense y la empresa para la que trabajo. Misterio, misterio… Jesuita en adulterio.
Hablando de Jesuitas: Rajoy no me ha escrito. Casi mejor, porque a esos ni me planteo la posibilidad de contestarles, no vayan a creer que tengo el más mínimo interés, anclados como están en la caspa y el palio.
Pero lo peor no es la desidia política que me invade. Lo peor viene cuando me pregunto: “¿De verdad nos merecemos los españoles a estos políticos?” Porque por mucho que lo intento, por mucho que me gustaría… no puedo darme un NO rotundo por respuesta. Y cuanto más miro la actualidad española, más pesimista me vuelvo. Ya no es sólo la falta de proyecto político del Gobierno o la mediocridad de la oposición, ni el egoísmo desmesurado de los nacionalistas, o ni siquiera la ceguera de los independentistas. Es todo lo demás: es el nivel de aborregamiento del pueblo, la miopía de las empresas españolas, la falta de agallas de los empresarios, el nivel de esclavitud laboral, el pasotismo y la falta de motivación e ideales de los jóvenes, el sistema de educación tan malo y partidista, el amiguismo, los enchufes, el “qué hay de lo mío”, la prensa polarizada y subjetiva, el “y tú más”, la especulación de la burbuja inmobiliaria, la falta de compromiso con tu semejantes, el “maricón el último”, la falta de vergüenza del “yo no dimito hasta que no me echen”, el “como en España no se vive en ningún sitio” y no han cruzado los Pirineos en su vida… Somos como los nuevos ricos que nunca han tenido un puto duro, y que cuando se ven con los bolsillos llenos intentan olvidar de donde vienen, intentando tapar los enormes complejos que tienen y que nunca han tenido las agallas de enfrentarse a ellos.
Cada vez me identifico más con la gran Oriana Fallaci cuando decía aquello de:
“Mi patria, mi Italia, no es la Italia de hoy. La Italia jaranera, cazurra y vulgar de los italianos que piensan sólo en jubilarse antes de los 50 y que sólo se apasionan por las vacaciones en el extranjero y por los partidos de fútbol. La Italia tonta, estúpida, pusilánime de esas pequeñas hienas que, por estrechar la mano de una estrella de Hollywood, venderían a su propia hija a un burdel de Beirut, pero si los kamikazes de Osama bin Laden reducen miles de neoyorquinos a una montaña de cenizas que parece café machacado, dicen contentos: «Les está bien empleado a los americanos».
La Italia escuálida, cobarde, sin alma, de los partidos presuntuosos e incapaces que no saben ni ganar ni perder, pero saben cómo pegar los grasientos traseros de sus representantes a las poltronas de diputados, de ministros o de alcaldes. La Italia todavía mussoliniana de los fascistas negros y rojos que te inducen a recordar la terrible profecía de Ennio Flaiano: «En Italia, los fascistas se dividen en dos categorías: los fascistas y los antifascistas». Tampoco es la Italia de los magistrados y de los políticos que, ignorando la consecutio-temporum, pontifican desde las pantallas televisivas con monstruosos errores de sintaxis. Tampoco es la Italia de los jóvenes que, teniendo tales maestros, se ahogan en la ignorancia más escandalosa, en la superficialidad más ingenua y en el vacío más absoluto. De ahí que a los errores de sintaxis ellos añadan los errores de ortografía y si les preguntas quiénes eran los Carbonarios, quiénes eran los liberales, quién era Silvio Pellico, quién era Mazzini, quién era Massimo D’Azeglio, quién era Cavour, quién era Victor Emmanuel II, te miran con la pupila cerrada y la lengua floja. No saben nada. Como máximo, estos pequeños idiotas sólo saben recitar los nombres de los aspirantes a terroristas en tiempos de paz y de democracia, ondear las banderas negras y esconder el rostro detrás de pasamontañas. Ineptos.
No, no. Mi Italia es una Italia ideal. Una Italia seria, inteligente, digna y valiente y, por lo tanto, merecedora de respeto. Y cuidado con el que me toque a esa Italia o con el que se ría o se burle de ella. Cuidado con el que me la robe o con el que me la invada. Porque para mí es lo mismo que los que la invaden sean los franceses de Napoleón, los austriacos de Francisco José, los alemanes de Hitler…”.
¿Os suena dolorosamente familiar? Quizá es algo extremista, a mi modo de ver tiene mucha razón. Y si sustituís “Italia” por “España”, “Silvio Pellico” por “Blas de Lezo”, “Mazzini” por “Isaac Peral”, “Massimo D’Azeglio “ por “El Gran Capitán”, “Victor Emmanuel II” por “Roger de Lauria”, y “Cavour” por “El Empecinado”… ahí mismo tenéis una foto bastante ajustada de gran parte de la sociedad española. Así que nada, que sigan perdiendo neuronas con el Chiki-chiki, que ya se acordarán de ellas cuando todo se vaya a la mierda…
PA.